Con árboles, los campesinos se pensionarán
En las rastrojeras está el futuro, al menos para 260 familias que comenzaron a enriquecerlas con nuevos árboles allá en la Serranía de San Lucas. Esta labor garantizará su pensión mientras conservan el bosque.
No es un cuento raro. En la cuenca de Villa en El Bagre, en el Bajo Cauca de Antioquia, se consolida ese programa de rehabilitación que hace parte, a su vez, de los Territorios Forestales para la Construcción de Paz. En él están hoy 260 familias de 24 veredas con 760 hectáreas en rastrojeras y 200 en silvopastoreo, otro componente de la iniciativa.
Los rastrojos son terrenos que han servido para alguna actividad ya abandonada y que luego se regeneran o vuelven a ser quemados para alguna actividad agropecuaria. Ahora no, son la garantía de un mejor futuro para los habitantes de esta esquina de El Bagre.
Un mejor futuro
El campesino, por lo general, no tiene acceso a la pensión por vejez. Con este programa la tendrá, pero no es cotizando tardíamente a algún fondo. No.
María Elizabeth Castaño, ingeniera forestal de la Corporación Trópico Diverso, que ha ejecutado el programa, expone las cuentas:
Una rastra puede costar unos $80.000 y de un árbol se sacan cinco, que multiplicado por 700 árboles da $308 millones para asegurar la pensión.
Pero no es que se corten todos de una. Se requieren 7 hectáreas de rastrojeras mejoradas, sembrando 400 árboles en cada una, con lo que a los 20-25 años les asegurará ingresos por 20 años.
Se cortan de a poco, 0,33 hectáreas por año, por lo que el terreno, que ya no será rastrojera sino un bosque en sucesión avanzada, no sufrirá y se preservará el otro objetivo básico: conservar los bosques de San Lucas.
Esta Serranía es uno de los focos más activos de deforestación en el país, de acuerdo con el reporte 2016 del Ideam.
Hasta ahora se han sembrado 150.000 árboles, muchos de ellos de especies amenazadas de extinción, 63.000 en 400 hectáreas nuevas, el resto en 560 que ya se tenían de etapa anterior.
Especies
Rastrojeras nutridas con almendros, samanes, el tambor, vara de humo, abarco, caracolí, cedro, ceiba tolua y caoba entre otras especies.
Desde 2010, cuenta Elizabeth, se iniciaron estos esfuerzos por mejorar el nivel de vida de los campesinos y conservar la Serranía. La idea de la pensión surgió en el marco del Pacto por los Bosques.
“Es una manera de construir una Colombia distinta”, expresa Norberto Vélez, de Trópico Diverso. “Es el ejemplo más valioso de integración naturaleza-bosque-rastrojo-árboles-campesinos mejorando la economía campesina y realzando la autoestima del campesinado”.
El alcalde de El Bagre, Ángel Mesa Castro, cree que esto debe ser conocido por todos, en otros municipios.
Odilio Julio Frías, del Alto del Verrugoso, afirma que en su terreno hubo coca, quedó al rastrojo “medio bichecito, entonces me dijeron está bueno para rastrojera”.
Ubicación
Al sur de este municipio está la cuenca, cuyas aguas sirven el acueducto municipal. Una región aporreada no solo por la violencia sino por el abuso de sus recursos.
El Bagre, a 280 kilómetros de Medellín, es habitado por un poco más de 50.000 personas que viven en un clima con temperatura entre 28 y 30 grados Celsius.
Su economía se basa en el oro, la ganadería, el arroz, el cacao y la madera, entre otros.
“A esta tierra vine para cultivar arroz como negocio. Era tumbar 30, 40 hectáreas de montaña para sembrarlo”, dice Nonato Antonio Jaramillo Uparela en un video que muestra los avances. “Nunca me imaginé que el día de hoy íbamos a estar sin un palo para sacar una astilla para un alambrado”.
María Elizabeth cuenta que todo el proceso se realiza gracias a un intercambio de saberes con los habitantes, con participación incluyente. “La siembra es parte de un proceso de transformación social”.
La metodología se aplica mediante técnicas didácticas que eliminan cualquier tipo de limitación física o bajo nivel de escolaridad y es evaluada de manera constante para monitorear el aprendizaje y el empoderamiento de las comunidades, reza un documento del programa.
Al final, “se convencen de que ellos son los aliados principales de la conservación. Tanto que la rastrojera ya es un tema de conversación entre ellos”, explica Mariela Ríos, otra integrante de Trópico Diverso, Corporación integrada por seis mujeres y tres hombres que sacan adelante esta idea, que cuenta con el apoyo directo de Usaid, la Asociación Gente y Bosques, y la comunidad rural de El Bagre.
Héctor Sepúlveda, de Oro Legal, programa de Usaid que está en Chocó y Antioquia y que busca la legalización y formalización de la pequeña minería y la recuperación de las áreas degradadas, resalta el proceso de enriquecimiento de rastrojeras que se va asociando a otras actividades de la economía local.
Con Oro Legal se rehabilitaron 300 hectáreas con 250 familias y una inversión de $1.600 millones, dice. Pero en total en la región se han invertido $3.500 millones.“El predio que nosotros tenemos estaba sembrado de coca, deforestado. Ahora podemos tener árboles en nuestra finca”, relata Aura Carvajal, residente en la vereda Las Dantas.
Mariela apunta que son personas arraigadas a su territorio, que no lo abandonaron pese a las épocas de violencia.
Otros pilares
Fuera de las rastrojeras desarrollan otras actividades que mejoran los ingresos de las familias. La apicultura es una y ahora más de 80 familias complementan sus ingresos.
“Es miel del bosque, con un sabor especial”, recalca María Elizabeth tras explicar que es una estrategia implementada desde 2013 con varias entidades. Hoy la Alcaldía de El Bagre y Oro Legal ejecutan un proyecto que incluye varias familias de las rastrojeras.
El silvopastoreo es otro pilar, para mejorar el pasto con leguminosas, brindar confort al animal con sombra y para uso futuro en madera, alimentando también los suelos. Facilita el tránsito de fauna y une parches de bosque.
Se trabaja con franjas de 40 metros, con dos hileras de árboles, aisladas por cerca eléctrica. Van incluidas 200 hectáreas con 49 familias, una actividad que se inició en mayo.“Esos árboles les van a dar protección a los animales”, dice Jaramillo Uparela.
Actividades que, como resume María Elizabeth, se centran en “dinamizar la economía, retomar en ella el papel del árbol, donde existe vocación forestal. Ver que sí pueden vivir con y en el bosque”.
Amada Mejía, de Gente y Bosques, remata: “estamos conservando la cuenca de la quebrada Villa, los bosques de San Lucas, pero sabiendo que ahí adentro estamos los campesinos”. Asegurar el presente y... el futuro.
Comentarios
Publicar un comentario