Energía solar, bendición para escuelas rurales
Con sus ojos negros bien abiertos y una sonrisa tímida, Danna Julieth intenta explicar qué es el artefacto que instalaron en su escuela para surtir de energía la cocina y dos salones de clase. Dice, con una voz casi imperceptible, que se trata de un aparato que sirve para recolectar la luz del sol.
Tan alejadas e inaccesibles como la institución en la que estudia la pequeña de ocho años. Tras un viaje de más de una hora en carro desde el Edificio Inteligente de EPM, de ellos cerca de 20 minutos por una vía que más parece una trocha que una calle, y subir 150 escalas, es posible ver la edificación de la Institución Educativa León XIII, que acoge por cobertura a los niños que viven en el sector Altos de Oriente, de la vereda Granizal de Bello.
Del proyecto forman parte la Universidad de Antioquia, Empresas Públicas de Medellín, Ruta N y dos empresas que se vincularon con el suministro de los insumos tecnológicos: Sumicol y Andercol. Y las demás escuelas beneficiadas se encuentran en Carepa, en Urabá, y Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño.
foto: EPM
¿Cómo funciona?
Si el parque de Berrío, en pleno centro de Medellín, está a 1.550 metros de altura sobre el nivel del mar, el colegio de Danna está a 2.250, y la potencia que pueden absorber los páneles alcanza 1.230 voltios por hora.
Según explica a Kienyke.com Esteban Velilla, investigador de la Universidad de Antioquia, las celdas fotovoltaicas (cuatro en total) son capaces de transformar el 15 o 16 por ciento de la energía que les llega. Por eso, los estimados de producción permiten inferir que producirán 150 kilovatios hora de energía eléctrica al mes. Lo suficiente para abastecer una casa en un estrato tres durante un mes.
A diferencia de las tecnologías comerciales, los páneles solares instalados cuentan con un sistema de monitoreo remoto desarrollado por los investigadores de la U. de A. que permite hacer los análisis del funcionamiento de cada estructura a través de internet y una base de datos central.
Con la información recopilada, los investigadores podrán definir las pautas de mantenimiento de los paneles y el desgaste por factores externos como el clima, sin necesidad de visitarlos.
Los beneficios
Juliana Maya es una de las siete docentes que día a día se trasladan desde sus hogares hasta la escuela para ejercer su labor. Para ella, implica un recorrido de dos horas y cinco transportes que con todo gusto hace, aunque se tenga que levantar a las 4 a.m. para estar al frente de sus estudiantes a las 7:30 de la mañana.
Para esta mujer, los paneles solares significan progreso y “un beneficio muy grande para los niños y toda la comunidad”.
Debido a la intermitencia energética, la comida destinada para la alimentación de los pequeños se dañaba con mucha frecuencia. Especialmente los lácteos y las carnes que requerían permanente refrigeración.
Con la luz del sol que es aprovechada gracias al proyecto, a la cocinera ya le toca poner a descongelar los productos, porque la energía solar es aprovechada para alimentar la cocina, donde está el refrigerador, y dos aulas, en las que estudian los niños que cursan tercero, cuarto, quinto, noveno, décimo y once.
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