Comer, comprar, encender la luz, cerrar la llave del grifo, lavarse los dientes... La vida está llena de rutinas que se repiten a diario y que tienen un impacto en el mundo. ¿Y si intentamos hacerlas de forma más sostenible?
Según un estudio publicado en la revista Science en noviembre de 2016, por cada tonelada de dióxido de carbono que una persona emite en cualquier parte de este planeta (por ejemplo, con el carro, consumiendo productos de aseo), desaparecen tres metros cuadrados de hielo ártico en verano.
Es cierto que pequeñas acciones como reducir el consumo de agua y energía ayudan a disminuir la huella ecológica, que tiene un impacto medible en el planeta.
Sin embargo, activistas ambientales como Carla Bajonero, estudiante de Sociología de la Universidad de Antioquia y líder del proyecto Deditos verdes, asegura que no es suficiente. “Debemos ser menos tibios frente al tema. No basta con ahorrar agua o separar los residuos. Tenemos privilegios como especie de los que nos estamos aprovechando negativamente. No es un juego”.
No piensa igual Mariana Matija, autora del reconocido y premiado blog sostenible Cualquier cosita es cariño. Aunque ella tiene el pensamiento radical de que las personas debemos preocuparnos por el cuidado del planeta, en su artículo La vida sostenible es para gente valiente, comenta que las acciones pequeñas son importantes y valiosas: “Las diminutas, muchas veces ‘insignificantes’ acciones cotidianas se acumulan y multiplican, y —para bien o para mal— terminan generando un tremendo impacto”.
Por eso, Matija le sugiere reflexionar si es de los que se queja de los altos niveles de contaminación del mar mientras se toma un coctel en un vaso de plástico con pitillo, o de los que se lamenta del tráfico y la contaminación del aire mientras siempre va a la oficina en carro particular y solo.
Su apuesta es buscar que la gente que la lea empiece por dejar de ignorar el impacto de lo cotidiano, “sobre las que ni siquiera nos damos cuenta: cómo se van tejiendo por aquí con las leyes, por allá con los procesos industriales, por arriba con las costumbres y los hábitos, por debajo con las excusas y las justificaciones”.
¿Qué hacer?
Ya es conocido que hemos alcanzado un nivel insustentable. Alex Steffen, autor del libro Cambiando el mundo. Una guía para usuarios del siglo XXI, indicó en una charla Ted que si todas las especies vivieran como nosotros lo hacemos, necesitaríamos entre cinco, seis, siete, incluso 10 planetas para sobrevivir.
Tal vez habrá escuchado sobre el negativo escenario, pero, ¿cuál es la alternativa?
Algunos, como Steffen, creen que en este momento aún no se sabe cómo construir una sociedad que sea medioambientalmente sustentable, que sea compartible, que promueva la estabilidad, la democracia y los derechos humanos, y que sea alcanzable en el lapso de tiempo necesario para superar los desafíos a los que nos enfrentamos.
No obstante, no significa esto que no hay esperanzas. Habrá que intentar y empezar. En Medellín ya hay modelos e ideas que comienzan a tener fuerza e impactos positivos con el medio ambiente.
Algunas funcionan, tienen más acogida y eco. Lo importante, dice Bajonero, es buscar mejores ideas que las que tenemos.
Por esto compartimos algunas iniciativas locales e internacionales. Tal vez lo hagan considerar unirse o le estimulen la imaginación para que trabaje en su propuesta .
EN conclusión
Pequeños cambios en los hábitos de vida le ayudan a ser más sostenible. Llegamos al final de esta serie que quiso darle ideas, desde distintos campos, para que cumpla sus propósitos en este año que empieza. Nada de excusas.
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