Aunque la movilidad eléctrica no es en absoluto ajena al mundo de la aviación, lo que sí es una novedad es que esta llegue a los aviones para el entrenamiento de pilotos. Pero con Alpha Electro lo ha hecho. Para ello, la Unión Europea ha aportado más de 1’8 millones de euros a un proyecto que ha permitido dar forma a este biplaza eléctrico pionero. Con él, la formación de los pilotos no solo dejará de ser contaminante, sino que será mucho más efectiva en costes: este modelo los reduce en más de dos tercios.
“Con los costes del combustible creciendo cada vez más, ya era hora de replantearse el entrenamiento de pilotos”, argumenta esta iniciativa Ivo Boscarol, máximo responsable de la empresa eslovena Pipistrel. Para dar forma a esta idea, que ya está en fase comercial, esta firma especializada ha contado con la colaboración de Siemens AG, que aporta los componentes eléctricos que se integran en este avión, además de con fondos del programa europeo Horizonte 2020.
Con estos apoyos, lo que era un mero prototipo ha entrado en fase industrial para convertirse en el primer avión de su clase propulsado por un motor eléctrico que, además, no es uno cualquiera. Con hasta 85 Kw de potencia, el motor del Alpha Electro limita además al máximo su peso para situarlo en los 14 kilos, algo clave para este tipo de medios de transporte. Así, en vacío, este avión para el aprendizaje de pilotos se queda en los 251 kilos.
Buena parte de ellos se van, precisamente, a un paquete de baterías de 17 kWh que aporta ni más ni menos que 126 kilos. Con esto, se obtiene una autonomía de una hora y media, de la que treinta minutos se destinarían a reserva. Además, tal y como explican desde Pipistrel, las baterías pueden cambiarse y sustituirse por otras en menos de una hora.
Ideado para el aterrizaje en pistas cortas y para recuperar hasta un 13% de energía cuando opera en circuito de tránsito, que es la trayectoria que toda aeronave debe seguir en las cercanías de un aeródromo, el Alpha Electro sigue su curso para obtener los certificados para vuelo necesarios que, por el momento, ya ha tramitado en Francia. Mientras el proyecto avanza, por el momento apunta maneras para ampliar el abanico de opciones para el entrenamiento para pilotos que, en adelante, podrán formarse en aeródromos más pequeños y próximos a sus ciudades pero, sobre todo, sin emisiones a la atmósfera y sin excesos de contaminación acústica.
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